Los lunes tienden a ser los días del “principio”. Cuando queremos empezar un proyecto o retomar algo que dejamos hace tiempo, nos parece más sencillo acomodarlo por semanas y empezar siempre un lunes.  ¿Estás de acuerdo que todas las dietas empiezan el lunes? Incluso si el 1° de enero no coincide en lunes, parece que los propósitos se reencuadran para iniciar el siguiente lunes disponible y no el día que de verdad empieza el año.

La mayoría de las personas trabajan con rutinas y el concepto de orden y éxito en sus vidas depende de lograr o no acabar con la lista de pendientes y actividades que se proponen para cada día, hora o minuto.

Si eres como yo y las rutinas rígidas y estrictas no te funcionan, descubre cómo hacerte más productivo.

Me cuesta mucho trabajo hacer un plan de acción en mi calendario que contemple las actividades que pretendo realizar minuto a minuto. Hay gente que funciona perfecto planeando y diseñando cada minuto de su vida con anticipación, pero en mi caso eso me refleja una pérdida de control de mi propio tiempo que en la mayoría de los casos se convierte en desmotivación y termina en abandono del plan.

Mi mente funciona así: diseño las actividades a realizar, les pongo los días y horarios de la semana en los que planeo realizarlas pero si por algo no puedo realizar la actividad (no me da tiempo, tuve un imprevisto o simplemente no tenía ganas y encontré los mejores pretextos y excusas para posponerlo), al final del día me desmotivo, pierdo ganas y en la mayoría de los casos abandono o cambio el plan.

Durante mucho tiempo me la pase tratando de diseñar una rutina que me ayudara a cumplir con todas esas cosas que quería en mi vida, pero la verdad es que no me funcionan porque mi cerebro y personalidad necesitan un poco más libertad y buscan tener la sensación de que tengo el poder de elegir y no hacer las cosas por obligación, sino por gusto.

Tras muchos años de prueba y error, te comparto lo que descubrí de ¿Por qué no me funcionan las rutinas rígidas y diseñadas por horarios?

  • Desde que mi cerebro percibe que estoy realizando algo por obligación y no por elección, se enfoca en boicotearlo. Me gusta creer que todo lo que hago o dejo de hacer en mi vida es una decisión y no una obligación
  • Hay cosas que dependen de mí para definir mis tiempos pero hay variables que pueden alterarlos y si algo se mueve del plan, mi mente lo percibe como que ya no vale la pena seguir y lo abandona
  • Contrario a muchas personas, no soy altamente productiva temprano en las mañanas, de hecho, levantarme muy temprano me puede poner de mal humor (aunque a veces no lo pueda cambiar)
  • La flexibilidad es uno de los valores más importantes en mi vida. Ser capaz de mover unas tareas por otras o decidir cambiar el rumbo por uno que me parece mejor, es un motivador en mi vida y algo que necesito
  • Cuando tengo un plan a seguir por escrito y tan a detalle, mi cerebro tiene la constante idea de que “se termina el tiempo” y entonces se pone en modo “alerta” lo cual me genera estrés y la sensación de tener que vivir de prisa.
  • Cuando hago las cosas con prisas, dejo de disfrutarlas pues mi foco está en cumplir la tarea para poder quitarla del plan y no en disfrutarla o hacerla lo mejor posible. Y eso va en contra de mi personalidad

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Cuando identifiqué y entendí las razones por las que mis rutinas no eran exitosas, me decidí a hacer un plan que de verdad me funcionara y pudiera cumplir.

 

 

Mi personalidad me exige motivarme constantemente, entonces busqué encontrar una estrategia para que la motivación no cayera en el proceso y esto fue lo que hice:

  1. Dejé de llamarlo “rutina” para no pelearme con el concepto.

    Ahora sólo son “actividades por realizar”.

  2. Separé mis actividades por sectores en mi vida.

    Familia, pareja, trabajo, salud, desarrollo profesional, espiritualidad, casa, etc. De forma que tengo claro a qué área de mi vida pertenece cada actividad y el valor que tiene.

  3. Escribí en un lugar visible las áreas de mi vida por las que me gustaría hacer algo diario, por ejemplo:

    • Por mí– puede ser darme el tiempo de leer un artículo o un libro de mi interés, arreglarme las uñas, ponerme una mascarilla, un masaje, tomar una siesta corta, dedicar media hr a escuchar mi música favorita, etc.
    • Por mi casa– limpiar, arreglar, ordenar, cocinar o alguna tarea de esas que conocemos como “quehaceres”.
    • Trabajo– normalmente es la más fácil de cumplir pues en realidad es normalmente a la que dedicamos más tiempo o la que nos es más difícil ser flexibles.
    • Por mi cuerpo– alguna actividad física, una dieta balanceada, un détox, una exfoliación, tomar más agua, regalarme una hora más de sueño, etc. No necesita ser mucho tiempo, simplemente asegurarme que hoy hice algo por mi cuerpo.
    • Espiritualmente– meditar, hacer una oración, etc. Una de mis favoritas es agradecer diariamente por algo que tengo o ya no tengo en mi vida.
    • Por mi familia y/o pareja– son muchas las opciones que se me vienen a la mente acerca de lo que puedo hacer en mi día por mi familia o pareja. Una llamada, un mensaje, una sorpresa, una plática, ayudarlos en alguna tarea en específico, etc. No necesitan ser cosas extraordinarias, a veces lo más simple es lo que más cuenta.
    • De mi desarrollo profesional– Me gusta aprender cosas nuevas. Procuro diario leer algo que me llamé la atención, dedicarle tiempo a algún curso o certificación que me haga mejor profesionista, etc.

 

  1. Ya que tuve ubicadas las áreas y las actividades me enfoqué en todos los días realizar al menos una.

    Diario hacer algo por mí, por mi casa, por mi trabajo, etc. Pero sin presiones ni horarios. Ahora sólo me aseguro de que antes de dormir haya cumplido con al menos una actividad por área, sin importar cuál fue.

  2. Cambié el mensaje en mi mente del “tengo que” por el “quiero”.

    Esto se refiere a que aún las actividades que no me encantan pero realizo, como algunas tareas del hogar, por ejemplo, antes de realizarlas me doy la opción de no hacerlas pero asumiendo las consecuencias. Por ejemplo, si vas a lavar ropa, no “tienes que lavar ropa” puedes elegir no hacerlo, sólo vivir con las consecuencias de no usar ropa limpia. Cuando lo pones en esa perspectiva es más fácil que tu mente perciba que, aunque no es tu actividad favorita, decides hacerla y la realices de mejor forma.

  3. Establecí las metas pero en semanas y no en días.

    Por ejemplo: Hacer ejercicio de 4 a 5 veces por semana. Si te fijas no estoy obligada a hacerlo un día o un tiempo en específico, sino tengo la libertad de acomodarlo a lo largo de los 7 días de la semana así que si un día no logré realizarla no tengo porque mover todo el plan semanal o desmotivarme.checklist-2077019_960_720

  4. Me propuse realizar mis tareas en horarios en que soy más productiva.

    Si ya tengo claro que madrugar y empezar actividades a esa hr no me funciona, no tiene caso seguirme obligando a hacerlas en ese momento. Por ejemplo, si voy a hacer reportes de mis pacientes, no los voy a hacer entre las 7 y 9 am, pues ese horario no es para mí. Trata de adecuar tus actividades a los horarios de productividad de tu cuerpo y tu mente.

  5. Soy de metas y recompensas. Para mí es muy productivo visualizar la verdadera razón por la que estoy haciendo algo.

    Por ejemplo, si hacer tu declaración de impuestos o tareas administrativas son el tipo de tareas que postergas, piensa en lo que ganarás al realizarlas. Ese incentivo puede motivarte por dos razones: el resultado final no es la declaración como tal, sino lo que vas a obtener de ella. Y la sensación de borrarlo de tu lista lo antes posible, pueden motivarte a terminarlo antes y mejor.

  6. Trato de acomodar los pendientes en orden de placer.

    Siguiendo con las recompensas ordeno mis actividades del día de acuerdo a qué tanto disfruto realizarlas. Por ejemplo, prefiero decidir hacer algo por mi cuerpo, sólo hasta que haya terminado una o dos tareas que me cuesta más trabajo realizar. De manera que se vuelve un incentivo. Si disfrutas hacer ejercicio puedes probar hacerlo después de trabajar de manera que te motive terminar con el trabajo a tiempo, para poder salir a hacer deporte.

  7. Aprovecho los tiempos y distancias lo más posible.

    Si tienes que realizar tareas en casa y fuera de ella, acomódalas de manera que puedas realizar dos o tres a la vez. Mi recomendación sería: si vas a dejar a tus hijos en la escuela por la mañana, quizá es un buen momento para aprovechar que saliste de casa y pasar de una vez al gimnasio y en el camino al gimnasio pasar a dejar ropa a la tintorería. Mientras tanto, antes de salir puedes dejar ropa en la lavadora y aprovechar el tiempo que tardarás en volver para que esa tarea vaya avanzando. De forma que en una mañana ya realizaste 4 tareas aprovechando el tiempo lo mejor posible. Otro ejemplo sería, realizar una lectura aprovechando el trayecto en el transporte público.

Recuerda que todo esto son ejemplos míos basados en mi experiencia propia y mi experiencia con algunos de mis coachees. El punto es que tu diseñes tus metas y objetivos de acuerdo con tu realidad y lo que disfrutas hacer. Algo que considero muy importante es que todas estas tareas vayan ligadas a lo que valoras en la vida. Piensa qué cosas, situaciones o personas tienen más valor en tu vida y trata de alinear las recompensas y actividades de tu rutina a ellas, de manera que te sea más atractivo cumplirla.

Quitarte la presión de hacer las cosas o cumplir con expectativas que no vienen de ti y tus ideales, te facilita el camino a lograrlas. Cuando tú diseñas el plan y las actividades a tu gusto, tus tiempos y tus metas es más agradable cumplir con el.

Además de que todo funciona en cadena, cuando avanzas en muchas áreas de tu vida casi sin darte cuenta, te permites establecer nuevas y mejores metas y vivir la vida como la quieres.

Recuerda procurar un balance en el tipo de actividades que planeas. Si le dedicas demasiado tiempo al trabajo, asegúrate de que las demás actividades te recompensen el desgaste, físico, mental y emocional para que eso te de vitalidad para seguir adelante.

También es importante que consideres que no siempre podemos eliminar o cambiar actividades en nuestro día a día. Siempre va a haber unas más placenteras que otras y de ninguna manera estoy proponiendo que las elimines llegando a un punto de irresponsabilidad. Pero como siempre digo, hay cosas, situaciones o actividades que no puedes o quieres eliminar pues no estás dispuesto a vivir con esas consecuencias, pero lo que si puedes hacer es cambiar la perspectiva y la actitud con la que las realizas. Te aseguro que cambiará tu vida y serás más productivo.

 

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