Hoy es uno de esos días en los que digo “la vida callándome la boca”. Había tenido semanas complicadas, entre malas noticias, situaciones delicadas y “malas rachas”. Podría decir que me encontraba en una de esas etapas en tu vida, en tu año o simplemente en el tiempo en el que como comúnmente decimos “no sales de una para entrar a otra”.

Como psicóloga y coach, trato con personas todos los días, enfocando mi trabajo en ayudar a que encuentren soluciones, tengan distintas perspectivas e incluso utilicen herramientas para resolver problemas con mayor eficacia. Siendo así, es difícil permitirte tener malos días o andar con los ánimos bajos, la lógica dice que no puedes o no debes. Eso es como profesional, pero como persona es prácticamente imposible.

Tengo muchos años trabajando en poder separar las cosas, aquellos momentos en los que soy un aliado para afrontar la adversidad y ser resilientes, de aquellos en los que me toca lidiar con mis propios problemas y resolverlos de la mejor manera.

He aprendido que no es que tenga que evadir mis propias situaciones incómodas o que tenga que ignorar mis problemas, sino más bien trato de darle a todo su propio lugar y su propia proporción. Como lo he comentado antes, una de las mejores frases que he leído es de Nelson Quintero y dice los problemas se resuelven donde se crearon, no puedes ni ponerle atención ni dejar que afecte un problema de un área de tu vida a otra, y eso es justo mi reto en épocas como esta, no mezclar mis sentimientos y emociones de la vida personal con mi trabajo. Y por ilógico que suene lo que si me permito mezclar es esa inspiración que me dan las personas con las que trabajo, muestra de que todos tenemos la capacidad de ser resilientes y hacer lo mejor de la situación.

La filosofía de la certeza

Hoy por mucho soy una persona mucho más consciente, más madura emocionalmente y con una perspectiva de vida en la que considero que hay cosas que no se tiran sólo porque no están funcionando, sino que se trabaja para que funcionen. Que hay situaciones que exigen más de tu parte y que vale la pena entregarlo todo, aunque sientas que ya lo habías dado de más.

Esta filosofía de vida, en la que por más “negro” que esté el panorama me permito tomar un respiro y recordarme a mí misma que debo encontrar ¿qué es lo que la vida espera de mí en esta situación? ¿para qué se me está presentando? y ¿qué lección hay de por medio? aunque me cuesta, me ha funcionado muy bien.

Tengo una lista de cosas que trato de recordarme en mis momentos de enojo, tristeza o frustración, me permito vivir la emoción, pero después le pido a la razón que tome el control y me ayude a recordar que todo va a estar bien, aunque en este momento no lo alcance a ver.

Aunque me cueste trabajo, me obligo a encontrar algo positivo de aquello que estoy experimentando en ese momento, y eso me ha ayudado a darme perspectiva y tomar mejores decisiones.

Insisto, no es que todo esté resuelto, pero esta filosofía y forma de trabajar con mis emociones me ha ayudado mucho a estar más cerca de la versión de mi misma que quiero.

Y mi lección de todo esto es que hoy, recibí una buena noticia la cual llevaba buscando año y medio. Claro que me llenó de energía, alegría y motivación. Pero lo importante de este mensaje no es necesariamente la noticia que recibí (que me llena y me hace feliz) sino el recordatorio que justo cuando más nublado ves el panorama es cuando estás llegando al límite en donde todo va a empezar a fluir.

Es cuestión de no perder la esperanza, tener siempre la CERTEZA de que todo va a fluir a tu favor, porque lo mereces, porque sigues trabajando por ello y porque la vida está dispuesta a darnos aquello que esperamos siempre y cuando estemos listos para recibirlo.

Si no ha llegado, si ves la situación muy complicada, permítete una perspectiva positiva, permítete reírte de ti mismo o de la situación, permítete sacar la emoción negativa, pero cierra el ejercicio con una positiva.

Haz el esfuerzo de mantenerte lo más cercano posible a una postura positiva, porque te prometo que esto va a fluir, quizá no de la manera exacta con la que lo esperas, pero si, de la mejor manera para ti. Aunque hoy, no alcances a ver cómo.

He decidido compartir esta reflexión contigo, porque quizá pueda ayudarte si estás pasando un mal momento, o conoces a alguien que lo necesite. Pero lo más importante, he decidido compartirla porque no es la primera vez que me pasa, hasta podría decir que se está volviendo un patrón, justo cuando me estoy quejando, cuando más desanimada estoy o cuando me cuesta ver alternativas, es cuando la vida me “calla la boca” y me recuerda que hay algo bueno listo para que lo reciba.

Así que, te invito a que hagas de esta una filosofía en tu vida también, analízalo y quizá puedas encontrar situaciones en las que la relación entre tus momentos más bajos emocionalmente, son muy cercanos a tus momentos de recuperación, buenas noticias y resiliencia.

La vida está lista para “callarte la boca” y recordarte que quejarte está bien, pero con el objetivo de que te replantees situaciones. Que des algo que no estás dando, o que redefinas el camino. Espero de todo corazón que si estás pasando por uno de esos momentos de frustración escuches la voz en ti mismo que te dice que esto también pasará, que eres más resiliente de lo que crees y que las buenas noticias y la abundancia, están por llegar a tu vida, sólo no te pierdas en lo negativo, para que de esta forma lo puedas disfrutar.

Un abrazo, hablamos pronto.

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