Ansiedad es un término que escuchamos cada vez con más frecuencia. Seguro conoces a alguien a quien la ansiedad ya lo visitó, o incluso formas parte de ese grupo de sus personas favoritas. La ansiedad no avisa, aparentemente sólo llega y ni siquiera justifica su visita.

Se puede quedar cómoda e instalada sólo por un rato y tal vez decide no volver, pero si encuentra razón para quedarse, puede olvidarse que era visita y se vuelve inquilino.

¿Cómo se manifiesta? De muchas maneras, la más común para identificarla es con síntomas físicos como dolores de cabeza, insomnio, dolores de estómago o en el área abdominal, sensación de no respirar bien, escalofríos, fatiga, sudoraciones, palpitaciones, malestar en el pecho, sensación de hormigueos, la sensación de despersonalización, etc. También hay síntomas emocionales que se relacionan con la sensación de miedo, la dificultad para manejar el enojo, la frustración, la dificultad para socializar, la necesidad de control, y principalmente la constante idea de anticiparnos a situaciones que percibimos como catastróficas.  

Algunos autores definen que la ansiedad es consecuencia de percibir peligro constantemente, dentro de esta situación simplemente no se pueden controlar los pensamientos de miedo y angustia y tampoco se controlan los síntomas físicos que la acompañan.

Vivir con la ansiedad como huésped en tu vida, se ha vuelto más común de lo que creemos. De hecho, los trastornos de ansiedad se convirtieron empezando el siglo XXI en los problemas de salud mental más frecuentes a nivel mundial.

Hay muchos factores que pueden desencadenar la ansiedad, pero lo importante no es tanto entender ¿por qué vino? Sino ¿para qué está aquí?

Pelearte con la ansiedad eventualmente hará que vuelva, es como si se volviera una relación tóxica entre tú y ella. Mucha gente pasa años evitándola, confundiéndola con algo más o tratando de ignorarla y esperando que así se vaya. Pero la realidad es que lo único que consiguen es sentirse peor.

La ansiedad en tiempos de pandemia

La ansiedad también juega un papel muy importante en situaciones como la actual a nivel mundial. El miedo a no saber qué es lo que va a pasar y la sensación de no tener control sobre lo que estamos viviendo o lo que viene, despiertan en las personas síntomas y malestares como los que mencionamos antes.  Este tipo de ansiedad es la que se considera como “ansiedad externa”, ya que está fomentada por factores fuera de la persona y podemos ubicarlos fácilmente, por ejemplo, sabemos que lo que nos genera ansiedad es el miedo al contagio o al desabasto en situaciones de pandemias. Cuando experimentamos “ansiedad interna” nos referimos a la ansiedad que viene de factores que están dentro de la mente de la persona, por ejemplo, experiencias del pasado no resultas, interpretaciones de situaciones pasadas o incluso, situaciones actuales que no queremos afrontar. La diferencia con estas causas es que, en la mayoría de los casos de la ansiedad interna, no son conscientes y por eso toma más tiempo trabajarlo e identificarlo.

Cuando les explico a mis pacientes que lo último que recomiendo es que se peleen con la ansiedad, me refiero a que ésta es en realidad una respuesta natural del cuerpo. Estos síntomas se presentan pues tu mente tiene la idea de que un peligro se acerca y su trabajo es mandar las señales al cuerpo de alerta para que se prevenga.  Puede manifestarse de muchas maneras, puede incluso que no sepas identificar bien qué es lo que tienes, solo tienes la idea de no sentirte bien.

Esta ansiedad que están presentando personas alrededor del mundo con el tema de la pandemia se ha manifestado en acciones como compras de pánico, reenvío de información sin confirmarla, o conductas compulsivas sin aparente razón. La mayoría de estos comportamientos están respondiendo a una necesidad de control, por naturaleza queremos controlar: a nosotros, a los demás, a nuestro entorno. Y hoy que la situación precisamente nos enfrenta a situaciones de descontrol, es parte de lo que provoca que tengamos ansiedad. 

Hasta cierto punto es común tener miedo a lo desconocido, sentirse inquieto y para muchas personas también la incertidumbre trae malestar a su vida, pero no por eso debes dejarlo pasar. Hay muchas técnicas desde respiración, relajación, mindfulness o meditación que te pueden ayudar a enfocar tu mente hacia escenarios que disminuyan tus niveles de ansiedad y lograr sentirte mejor.

Si por el otro lado, experimentas ataques de pánico o crees que los niveles de ansiedad están incrementando y ya interfieren con tus actividades o te incapacitan de alguna manera, te recomiendo que te acerques a un profesional para buscar apoyo. Hay muchas técnicas y tratamientos psicológicos que pueden ayudarte a manejar la ansiedad en estas situaciones.

Puedes elegir que la ansiedad tome el control de ti y empezar a actuar desde el miedo o la desinformación. O bien, tratar de actuar desde emociones como el amor, la compasión o la empatía. Te invito a reflexionar ¿Qué tanto tus conductas hoy se basan en el miedo? El miedo puede paralizar y llevarnos a actuar de maneras muy poco efectivas y que nos generan más descontento.  

Recuerda que lo importante es buscar nuestro bienestar tanto físico como mental. De eso si podemos tener control y manejarlo a nuestro favor. Como siempre digo, hay situaciones que no está en tus manos cambiar (como la existencia del virus) pero sí está en tus manos decidir cómo afrontarla de la mejor forma y aprender a hacer lo mejor de la situación.

De corazón espero que la calma y la salud estén cerca de ti en estos momentos y si tú o alguien cercano necesitan ayuda para manejar sus niveles de ansiedad u otros temas en terapia, te invito a que me escribas a info@actitud-resiliente.com , o agendes tu sesión aquí.